lunes, 11 de noviembre de 2013

Ensalada de habas o la llegada de la primavera.


Con la primavera llegan las ganas de comer ensaladas. Con muchas primaveras llegan las instrucciones médicas de comer sólo ensaladas, y con moderación más encima. Así es la vida, con sus ciclos y sus estaciones. Tiempo es de escribir sobre mis ensaladas favoritas, las cuales existen a pesar del rumor infundado de que soy un carnívoro empedernido. Nada más falso, pues se me ha visto preparar cenas vegetarianas y hasta pasar dos días seguidos comiendo pasto, perdón, ensaladas.


Personalmente, me encantan las habas, conocidas como Vicia faba por algunos, de las cuales suelo hacer un inmoderado consumo. El único, mayor y más grande defecto de las habas son su cáscara, que las vuelve indigestas, por no decir francamente pesadas, además de convertirme en un gran productor de biogas, tema por lo demás interesante pero reñido con la memoria del bueno de Carreño.


El quitar la cáscara de cada haba, una por una, es trabajoso y demoroso. Solía ser trabajo de las mujeres en la mesa de la cocina el pasar varias horas conversando de la vida, de todo, de nada y del resto mientras pelaban mecánicamente las mentadas habas. Hoy, ya no tenemos el tiempo para esos menesteres, pero sí tenemos artefactos mecánicos perfectamente capacitados para remover la cáscara de las habas y con mucho menor ruido.


Por lo tanto, nada más cómodo que apersonarse en mi supermercado favorito, sacar un par de bolsas de habas peladas y congeladas e irme a casa a preparar esta ensalada que tanto me gusta. No olvidar de llevar un par de grandes cebollines o dos pares de pequeños cebollines. En Chile se le llama cebollín al nunca tan bien ponderado Allium fistulosum, también conocido como cebolleta en España o cebolla de verdeo en la Argentina. En una gran ensaladera, que quepa en el horno microondas, pongo las habas congeladas, las dejo bien rociadas en aceite de oliva y aliñadas con algo de sal al gusto, y con dos minutos a descongelar estamos listos.


Los cebollines deben ser lavados y picados muy finito. Para mi es parte del ritual de esta ensalada el abocarme a picar el cebollín. Me concentra y me relaja. Claro está que lavar y picar los dos cebollinos gordos de esta receta no debe tomar más de dos minutos, los cuales son justo los necesarios para descongelar las habas.


El toque final consiste en aliñar con aceto balsámico o con algún otro vinagre de vino de su preferencia, agregar los cebollines picados, mezclar con fuerza y dedicación, para dejar reposar la ensalada unos diez minutos. Listo, ¡se sirve!


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