martes, 25 de marzo de 2008

Instrucciones para hacer un Pisco Sour

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia en las resecas costas del Pacífico Sur los aborígenes levantan esa parte del cuerpo situada a la derecha arriba, casi siempre desnuda, que salvo excepciones cabe exactamente alrededor de un vaso, y que para abreviar llamaremos mano, para llevarse a su boca cierto bebedizo.

En algunas circunstancias, dependiendo de la geometría o de la luna, y con el mismo fin de llevarse a su boca el bebedizo, levantan esa parte del cuerpo situada a la izquierda arriba, casi siempre desnuda, que salvo excepciones cabe exactamente alrededor de un vaso, y que para abreviar también llamaremos mano. No ha de confundirse esa mano con la otra mano so pena de confusión.

Una vez en Roma, en noche de luna llena, un iniciado aseguró conocer el fin del bebedizo. Llevaba un reloj pulsera, de marca, en la muñeca. Trató de sacárselo con la mano. Murió de confusión antes de enunciar nada más en cuanto logró tenerlo en la mano. No nos ha de importar entonces el fin del bebedizo. Sólo podemos relatar que los aborígenes de las resecas costas del Pacífico Sur aseguran haber escuchado su nombre; Pisco Sour.

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de hacer un pisco sour. No habremos de detenernos ante el ínfimo detalle de que no existe una manera correcta de hacer un pisco sour. Existen tantas maneras correctas de hacer el pisco sour como existen aborígenes en las resecas costas del Pacífico Sur. El pisco sour medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro producto del limón y del alcohol que contiene el bebedizo. Esas son partes esenciales e indivisibles del pisco sour.

Como bien dijo el gran maestro Zen Tito Matamala, -- el mejor pisco sour es el que está en tu mano. Ahora, el pisco sour correcto es el que hago yo, y esa manera de hacerlo es la manera correcta de hacer un pisco.

Para hacer un pisco sour dirija su imaginación hacia los limones, y si eso le resulta imposible por haber adquirido el hábito de ahorrar, piense en esa piedra de la Cordillera de Domeiko, más allá de las sequedades del Desierto de Atacama, y que está hecha de sal, y vaya a comprar limones.

Corte los limones por la mitad, con su cuchillo afilado de preferencia, y proceda a estrujarlos. Se entiende por estrujarlos el sacarles el jugo como si fuese el elíxir de la vida eterna. Es posible que así sea, según aseguran los Sabios del Tercer Círculo. Use de aquellos limones llamados Sutil, en honor a quien sabe quien o que. Con el inseparable cuchillo chico de cocina pele el jengibre y córtelo en trozos regulares con suma atención, esmero y cuidado. Si los trozos no son regulares el resultado no cambiará.

En la juguera disponga una porción de jugo de limón por cada tres porciones de pisco puro. Además disponga el jengibre trozado regularmente, dos limones de Pica enteros y bien verdes, dos o tres cucharadas soperas de miel de ulmo. Puede agregarle una porción de jarabe de goma, a gusto del cocinero, pero es mejor el probar primero y ajustar la cantidad de azúcar al final. Si no va a usar jarabe de goma por principios religiosos es imperativo el uso de azúcar flor para estos menesteres.

Ahora piense en la importancia de poner la tapa en la juguera. Tras meditarlo detenidamente procederá a tapar la juguera. Encienda la juguera y licué su contenido, por varios minutos. Agregue hielo en cubos, o picado, y vuelva a licuar. Cuele, usando el colador, y recupere el bebedizo en un jarrón que pondrá en el congelador para que se enfríe, más.

Llegado el pisco sour, levantará con decoro su mano y brindará por todos los presentes y por todas las ausentes. Si no hubiese meditado detenidamente, y puesto la tapa de la juguera, se dará cuenta de cierta invasión de hormigas en toda su cocina, partiendo por el techo. El como matar hormigas en su cocina es otro cuento, que no habrá de ser contado en esta oportunidad.

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